Por Agustín Orozco y Alejandra Kopaitic
@vayaconsumismo
Hoy vivimos una crisis global socio-ambiental y ecológica, vivimos tiempos sin precedentes y si bien para afrontar esta crisis, las acciones individuales tienen un tremendo impacto en el planeta, necesitamos al mismo tiempo acciones locales y globales para abordarla de manera efectiva.
La pandemia vino a acentuar las múltiples otras crisis que vivimos, sociales, ambientales, económicas entre otras, dejando al descubierto muchas falencias de un sistema y un estilo de vida que es incompatible con el cuidado de la naturaleza y el planeta.
La humanidad y todos los seres vivos del planeta, enfrentamos desafíos globales: Cada día somos más, generando una sobrepoblación, cada día extraemos más cosas, generando sobre explotación de los recursos naturales, desforestación, desertificación, desplazamiento de especies, modificando los ciclos biogeoquímicos de la tierra y generando cambios en los regímenes climáticos como en los distintos ecosistemas.
Tal como se menciona en el Manifiesto de Santiago “Política de Civilización: El Fin de un Modelo y la Emergencia de una Nueva Conciencia Ecológica” (Rodrigo, Sandoval y Silva 2009) “El impacto del modelo de desarrollo capitalista e industrial (energivoro) y sus métodos de relación con la naturaleza, tiene a la civilización al borde del colapso y a la especie humana en riesgo de extinción”. Como resultado de los problemas mencionados, y sobre todo de la acción antrópica, estamos erosionando la diversidad biológica perdiendo parte de la biodiversidad existente en la tierra.
Si revisamos sólo algunos datos del informe IPBES 2019, existen más de 1.000.000 de especies amenazadas, 75% de la superficie terrestre y 66% de la superficie marina han sido alteradas severamente. Además, desde 1870 la cobertura de arrecifes se redujo a la mitad y la contaminación atmosférica se ha duplicado desde 1980. En este mismo informe, se menciona que dentro de los impulsores directos para la pérdida de la biodiversidad, encontramos, por ejemplo y con un alto porcentaje de incidencia, el cambio de uso de suelo, el cual se suma a la explotación directa de la naturaleza y al cambio climático.
Todo está conectado, cada ecosistema y ser vivo depende de otr@ de manera que hoy ni siquiera alcanzamos a comprender en su totalidad. De la misma forma, cada fenómeno catastrófico climático tiene consecuencias más allá de lo evidente.
Por lo mismo, es tan importante que hagamos cambios en la manera en que nos relacionamos con el planeta y busquemos formas menos dañinas y más amables de ser parte de este gran sistema planetario.
Sumado a esto, debemos hacer sinergia entre los diferentes niveles, el nivel individual es muy importante, pero también lo son los otros niveles, dependen entre sí, se influyen mutuamente y juntos contribuyen a un cambio global.
Entonces, ¿qué esperas para actuar? Una buena forma de empezar es cuestionando tus hábitos de vida, de consumo y alimenticios, sumándote a iniciativas ambientales locales, cambiando tus hábitos menos sustentables, protegiendo y restaurando la naturaleza, apoyando proyectos que se preocupen del medio ambiente y que promuevan el cuidado de planeta y sobre todo, hablando con la verdad acerca de la crisis sistémica que está ocurriendo hoy y que se manifiesta en cada rincón del mundo.