Por Augusta Alemparte @vivirconsciente

Cocinera natural y Coach en cambios de hábitos.


Desde chica he tenido la obsesión de poner atención en los pequeños detalles, más
que en los grandes episodios.
Creo que cada uno de esos mínimos espacios de tiempo son los que van formando
nuestra vida, determinando la forma en que nos desarrollamos como personas y
disfrutamos a diario. Mi manera de vivir y sentir cada uno de estos mínimos espacios
de tiempo ha tenido que ver principalmente con el quehacer, realizar labores manuales
y artísticas que impliquen un gasto consciente de tiempo y que tengan tanto valor en el
proceso cómo en el resultado final. Y creo que todos podemos darle ese valor a los
procesos, más allá de estar pensando siempre en una meta (muchas veces lejana,
difícil de alcanzar y que quizás no vaya a reportarnos una satisfacción desmedida como
lo pensamos).
No es que haya buscado el dibujar o bordar por horas, el sentarme a mirar las olas sin
un fin preciso, el entretenerme desgranando una granada por el sólo hecho de sentir
las pepitas en las manos o el gozar con hacer leche de almendras cada día. Todo esto
se ha ido dando y tiene que ver con mi forma de ser, con mi atención especial por las
rutinas, por ese querer sentir el paso inexorable del tiempo, lento y silencioso, a pesar
de mí, a pesar de todos, a pesar del mundo.
Cuando empecé a tener más noción de todo esto decidí hacerlo parte de mi forma de
vida, de mis entregas de taller en la escuela de arte, de mi forma de ejercitar el cuerpo,
de mi alimentación y ahora, de mi manera de criar niños, poniendo atención en los
pequeños detalles que forman esa red, esa estructura, que ahora es la seguridad y la
felicidad de mis hijos.
El filósofo Henri Bergson llamó a este tiempo que transcurre silenciosamente, sin
poner atención a los grandes acontecimientos, sino que dejándose llevar por aquellas
cosas que para muchos puede ser una pérdida de tiempo, la duree o duración .
Cuando converso con alguien sobre el tema alimenticio y esto de vivir
conscientemente la vida, la gran mayoría se queja de no tener tiempo para hacerlo, de
que todo es demasiado trabajoso para además andar pensando en hacer leches
vegetales, remojar semillas o germinar legumbres.
Yo creo que la vida está hecha para gozar de esos mínimos espacios de tiempo, para
darnos la vuelta larga y ser capaces de disfrutar con pequeños regalos del día a día,
con rutinas simples y sanas que nos aportan más alegría y energía, para volver a lo
más sencillo y no tener que estar esperando aquellos grandes acontecimientos, que
deberían llegar a hacernos infinitamente feliz.
Esos hechos aislados, enormes e impactantes, probablemente nunca llegarán y nos
quedemos eternamente en la espera. Y es ahí, en esa espera, en donde vamos a
encontrar las cosas que seguramente darán verdadero sentido y serán un real aporte a
nuestras vidas.
Los invito a hacernos conscientes de esos tiempos que pasan mientras no hacemos
nada o mientras hacemos alguna labor monótona, démosle sentido a esos momentos,
hagámoslos un espacio de reflexión, de reencuentro con nosotros, de disfrute y sobre
todo de sentir el ritmo de la vida y del tiempo pasando a través de nuestras manos, de
nuestra cabeza y de nuestro corazón, que finalmente el presente es eso, un regalo,
único e irrepetible.

Fotografía de Augusta Alemparte
Fotografía de Augusta Alemparte

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